Si vas en bicicleta a lo largo del Elba, verás pueblos de entramado de madera, ciudades hanseáticas y castillos de cuento de hadas. Seguimos la famosa Elberadweg desde Hamburgo hasta Dresde y ya te hemos marcado las paradas más bonitas de la ruta. ¿Listo para un viaje deportivo?
El Elba es uno de los ríos más importantes de Europa. Nace en las Montañas de los Gigantes checas y desemboca en el Mar del Norte, a unos 1164 kilómetros de distancia, en Cuxhaven, Alemania. Quien lo desee puede recorrer todo el curso del río: la Elberadweg (ruta ciclista del Elba) transcurre a través de campos y bosques, pasando por pintorescos pueblos de entramado de madera y ciudades históricas como Hamburgo, Havelberg, Magdeburgo, Meissen y Dresde. No en vano la asociación ciclista alemana ADFC elige Elberadweg como la ruta ciclista más popular casi todos los años. Esta vez nos limitamos a «solo» 640 kilómetros y seguimos el río desde Hamburgo en el norte de Alemania hasta la preciosa Dresde en Sajonia.
El Elberadweg tiene carriles para bicicletas asfaltados de buena calidad, por lo que no necesitas ninguna bicicleta especial. Para el ciclista experimentado, es posible hacer sin problemas de 60 a 70 kilómetros diarios, con un día de descanso de vez en cuando. Podrás hacer la ruta de Hamburgo a Dresde en unos 14 días.
La ruta a lo largo del Elba es llana: puedes circular río arriba y río abajo. Pero quien circule río arriba, o sea, hacia el sureste, tiene más probabilidades de encontrarse con viento a favor.
Nuestro recorrido en bicicleta comienza en Hamburgo que, con 2 millones de habitantes, es la segunda ciudad más grande de Alemania. El puerto de esta metrópolis en el Elba se fundó el 7 de mayo de 1189, asegurando que Hamburgo pudiera convertirse en una gran ciudad hanseática.
A veces pasas en bicicleta justo al lado del agua y luego otra vez sobre el dique de verano. En la llamada «Elbtalaue», las llanuras aluviales del Elba, el río serpentea alegre de acá para allá entre la Baja Sajonia, Mecklenburg Vorpommern y Sachsen-Anhalt. La ciudad medieval de Havelberg, situada en una isla en un afluente del Elba, es una parada agradable. Puedes visitar, por ejemplo, la catedral del siglo XII con decoración gótica.
Con las grúas azules y rojas, los contenedores y la rutilante Filarmónica del Elba de Hamburgo como telón de fondo, puedes pedalear rápidamente entre los huertos de manzanos y cerezos de Altes Land. No es ninguna coincidencia que aquí las fachadas de las granjas tengan un aspecto muy holandés: Altes Land es una deformación de «Olland» de la Baja Sajonia, una referencia a los colonos holandeses que cerraron con diques esta zona en la Edad Media. La ciudad de Lauenburg, de 750 años de antigüedad, con sus cafés y restaurantes en el muelle, es un lugar agradable para pasar la noche.
El Elba gira bruscamente hacia el sur y cruzamos la fronda hasta Tangermünde. Aquí, las casas de entramado de madera y las murallas de la ciudad se han conservado de una forma tan maravillosa que puedes imaginarte dentro del casco antiguo en la Edad Media. A quien le guste este viaje en el tiempo, puede divertirse en el restaurante Zecherei St. Nikolai, situado en una antigua iglesia. Sentado entre vidrieras, confesionarios y candelabros antiguos, puedes hincarle el diente a trozos de pan, carne jugosa y jarras de cerveza.
No te puedes perder las dos torres: esta es la catedral de Magdeburgo, la capital de Sajonia-Anhalt. El Elba fluye a través del centro y eso está bien, porque no queremos pasar de largo esta ciudad de 1000 años de antigüedad. Así que, puedes almorzar, comprar o simplemente echar un agradable vistazo a la Grüne Zitadelle: un maravilloso bloque de casas de color rosa que fue la última obra maestra del arquitecto Friedensreich Hundertwasser.
Para un merecido descanso, bájate de la bici en Schloss Wörlitz: un elegante castillo del siglo XVIII inspirado en el estilo inglés. En su interior hay una impresionante colección de pinturas de los Países Bajos y esculturas de Roma, Pompeya y Herculano. El parque que rodea el castillo es igual de bonito: este oasis verde con jardines ingleses, canales y puentecitos románticos forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Tras una visita a Lutherstad Wittenberg, donde Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos en 1517, seguimos pedaleando hacia Sajonia. Aquí, el paisaje llano del río cambia repentinamente a arenisca rocosa, por lo que te encuentras con las formaciones rocosas más extraordinarias. La ciudad de la porcelana de Meissen, como se conoce a esta ciudad, es una bonita última parada antes del destino final. Como sugiere el apodo, esta ciudad no solo es conocida por su castillo de cuento de hadas, sino también por el primer fabricante de porcelana en Europa: Porcelana de Meissen (año 1710).
Tras unos 640 kilómetros, Dresde es el punto final de nuestro recorrido en bicicleta por el Elba. Quien ya no pueda ni ver los pedales, afortunadamente puede descubrir a pie esta histórica ciudad. Para recuperar fuerzas después de todo el esfuerzo físico, un buen consejo es visitar Pfunds Molkerei. Esta tienda de quesos de 1880 está toda decorada con azulejos pintados a mano y vende quesos, mermeladas y licores artesanales.
