Panamá tiene lo mismo que Costa Rica, excepto las multitudes. En grandes partes del país, el turismo es de escaso a inexistente y, a menudo, paseas solo por exuberantes senderos en la jungla, idílicas playas y pueblos tranquilos. Viaja con nosotros a un país colorido donde te seducirá el esplendor de la naturaleza.
Panamá es un país que tiene muchas facetas. Constituye la frontera entre América del Norte y del Sur, lo que supone un cóctel cultural de influencias españolas, caribeñas, antillanas y autóctonas. Sus joviales habitantes, sus alegres pueblos y sus variada gastronomía son ya razones suficientes para un grandioso viaje por carretera, pero la naturaleza también merece la pena. El calor, las densas selvas, los volcanes inactivos y las impresionantes playas son las verdaderas estrellas del espectáculo en Panamá. El transporte en autobús está bien organizado, pero también puedes ir estupendamente en un coche de alquiler.
Los viajeros suelen eludir las ciudades de América Central debido a la sensación de inseguridad. La Ciudad de Panamá es la excepción que demuestra que también es posible un ambiente cordial en una metrópoli de 1,2 millones de habitantes. Su carácter moderno es particularmente llamativo: una extensión de rascacielos domina el panorama de las calles. En el sur, sin embargo, los edificios de gran altura se apartan para dar cabida al barrio más bonito de la ciudad: el Casco Viejo. Hace diez años aún era un barrio marginal al que no se acercaban los turistas. Tras una importante remodelación, los balcones de hierro fundido y las coloridas iglesias coloniales brillan como nunca. No olvides comer en el antiguo Café Coca Cola que, con su ambiente poco refinado y su nada disparatada cocina, lleva ganándose a los huéspedes desde 1875.
Desde la Ciudad de Panamá se llega en dos horas en coche a El Valle de Antón. Lo que le falta al pueblo en tamaño está más que compensado por su maravillosa ubicación. El Valle de Antón se encuentra situado en medio de un cráter de volcán extinto y también está enmarcado por una exuberante alfombra tropical de brumosos bosques chorreantes. Aunque el pueblo se puede descubrir estupendamente en bicicleta, mejor ponte las botas de montaña para explorar la jungla que lo rodea. La ruta más popular es el sendero de la India Dormida: sobre una cordillera que se asemeja, con algo de imaginación, al contorno de una chica dormida. Con una condición física básica, puedes llegar caminando hasta la cumbre de 960 metros de altura en hora y media. Arriba serás recompensado con una vista incomparable al valle y al pueblo.
Seguimos a Santa Catalina, un tranquilo pueblo de pescadores en la sinuosa costa del Pacífico de Panamá, donde la vida transcurre a un agradable ritmo de caracol. No hay supermercado, cajero automático ni gasolinera. Aunque sí encontrarás acogedores bares, olas fantásticas para surfear y agrestes playas paradisíacas. Es tentador quedarse pegado a la cálida arena, pero no dejes de ir en barco a Isla de Coiba. Este generoso paraíso alberga tanta flora y fauna que ha sido declarado parque nacional en su totalidad. Mientras buceas o practicas submarinismo en el agua circundante, puedes observar ballenas jorobadas, cachalotes, tiburones martillo, tortugas marinas, rayas y, ocasionalmente, hasta alguna orca perdida.
Desde la costa del Pacífico hasta el pueblo número uno de la jungla panameña: Boquete. El pueblo en sí no tiene mucho que ver, pero es la base ideal para realizar un montón de maravillosas actividades en las brumosas selvas circundantes. Aquí no solo puedes caminar por las exuberantes rutas de la jungla, como el sendero Quetzal de 10 kilómetros de largo, sino también escalar, practicar rafting, montar a caballo y hacer rappel. Debido a la tierra fértil y volcánica –Boquete se encuentra bajo el humo del imponente volcán Barú–, aquí también podrás visitar muchos cafetales. Boquete es popular entre los expatriados estadounidenses y después de la remota Santa Catalina, puedes recuperarte aquí en las numerosas cervecerías al aire libre, bares y acogedores restaurantes. ¿Nuestra recomendación? No te puedes perder los tacos de pescado en Big Daddy’s Grill.
A través del verdísimo valle del Hornito continuamos hacia la costa caribeña. En Almirante, el taxi acuático parte hacia Isla Colón, la isla principal de Bocas del Toro. El pueblo de Bocas tiene un típico ambiente rastafari y encontrarás bares, tiendas y vida nocturna. Pero si buscas una playa paradisíaca sin masificar, dirígete a la dorada playa de Bluff Beach. Podrás elegir entre un puñado de pequeños hoteles, por lo que tienes la playa prácticamente para ti solo.
También es aconsejable una excursión en autobús local a Playa Estrella (la playa de las estrellas de mar). En las aguas de esta generosa playa llena de ondeantes palmeras hay innumerables estrellas de mar en el fondo. Consejo: no vayas en fin de semana, ya que está llena de lugareños y las estrellas de mar se mudan a lugares más tranquilos.
