

Las terrazas de arroz de Honghe Hani en la provincia china de Yunnan muestran una fascinante conexión entre el hombre y su entorno. Durante los últimos 1300 años sus habitantes, los Hani, trabajaron en un complejo sistema de canales para poder cultivar alimentos en el agreste paisaje montañoso de Yunnan. Desde 2013 este espectacular paisaje pertenece al Patrimonio Mundial de la Unesco.


Hábiles escultores
En su día los montes Ailao en Yunnan estaban tan poblados de árboles que el paisaje era prácticamente inhabitable. Pero los Hani se enfrentaron desde hace ya siglos a la inhóspita naturaleza. Una red de canales guía las refrescantes aguas desde las cimas hacia miles de terrazas de arroz que delimitan los contornos de las montañas. En algunos lugares las terrazas cuentan con 200 niveles, una vista de ensueño.

Con las diferentes estaciones cambian las tonalidades de las terrazas de arroz. En abril las terrazas son de un verde intenso, cuando el arroz joven se acaba de plantar. El rojo es el color del verano, cuando madura el arroz. En invierno, cuando las terrazas se vacían, las aguas tranquilas reflejan el color del cielo. Por estas razones el emperador de la dinastía Ming le concedió a la población Hani el honorable título de «hábiles escultores».
Fuerzas espirituales
El sol, la luna, las montañas, los ríos, los bosques y el fuego: los Hani veneran su entorno natural como dioses. Desde las aguas de sus cimas fluyen «fuerzas espirituales» a través de las terrazas de arroz hacia abajo, hasta bien entrado el valle. Las terrazas, además de ser una fuente de alimentación, también forman un tributo a la armoniosa relación entre el hombre y la divinidad, las plantas y los animales, el individuo y la sociedad. El valor religioso hace que las terrazas de arroz de Honghe Hani sean aún más especiales.

Obra de arte conjunta
El agua es un recurso valioso, ya que sin ella el arroz de las terrazas no podría crecer. Como todo el mundo tiene derecho a lo mismo, los Hani gestionan los recursos hidráulicos y los canales de esta obra de arte agraria de forma conjunta. Un especialista seleccionado por la población Hani, el laoga-laepha, es el responsable del mantenimiento de la red hidráulica. Fieles a sus tradiciones, los Hani utilizan todas las fuentes naturales disponibles. Patos, gallinas y cerdos se encargan de que la tierra sea fértil para el arroz joven gracias a su estiércol. Tras la cosecha, los búfalos aran las terrazas para la siguiente temporada.
